Aprovechando el buen tiempo que reinaba esta mañana decidí dedicar todo el día a la pintura al aire libre. Me decidí por llevarme los pasteles y algunos papeles de colores pensando en la comodidad de no tener que llevarme agua ni paletas. Al llegar a Sallenbusch, el paisaje me dictaba que me centrara en los árboles que ya empezaban a colorear sus hojas de tonos saturados.
Finalmente, en mi camino de regreso hice una parada en la vía principal de Weingarten para hacer un dibujo del torreón de la iglesia. En este caso, al no encontrar ningún sitio cómodo para poder sentarme, decidí prescindir de los pasteles que solo utilicé para dar algunos tonos de color al fondo. En este caso, más que la impronta de los colores me interesaban los aspectos arquitectónicos.